Los presupuestos de los principales institutos de salud pública de México (IMSS e ISSSTE) no han sido reforzados de manera constante en los últimos 10 años y hoy, en un México que invierte poco en salud pública y en el que la pandemia de coronavirus no ceja, existen denuncias por la falta de condiciones para garantizar la seguridad de los trabajadores de la salud.
Primero fueron las manifestaciones y las declaraciones del personal del Hospital de Tlalnepantla, Estado de México. Luego, el mismo día, el lunes 13, el Hospital 1 de Octubre de la Ciudad de México y el Gobernador de Baja California se sumaron a las denuncias: no hay condiciones –incluso esenciales– para enfrentar el COVID-19.
En el Hospital General Regional número 72 de Tlalnepantla, de acuerdo con trabajadores del nosocomio, aún en medio de la Fase 2 había enfermeras sin protección que atendían pacientes graves, además de personal médico en zona cero que sólo estaba protegido con cubre bocas. Decenas de enfermeros, médicos y otros empleados del Hospital 1 de Octubre también exigieron la entrega de más insumos médicos, conforme su hospital reciba a más pacientes que sufran de COVID-19.
Incluso en Baja California, el Gobernador Francisco Bonilla Valdez dijo que los médicos “caían como moscas” atendiendo el coronavirus y señaló que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y su titular Zoé Robledo Aburto ponen en peligro a los médicos, debido a la falta de equipo y material para responder a la emergencia que se vive en la entidad por los contagios de COVID-19.
Las denuncias de médicos en todo el país, que dan testimonio de personal médico que se ha visto obligado a comprar material médico de su propio bolsillo para atender la pandemia, han comenzado a brotar a la par que las quejas sobre la situación en la que están trabajando.