Fue entonces que los que se habían salido de los negocios, un mini Chedraui, unos restaurantes y tiendas, comenzaron a colocarse en donde no hubiera cables encima e hicieron bien, porque de pronto se escuchó un estruendo, como de transformador quemado. El chirrido de la alerta sísmica continuaba ahora acompañado con la voz de un hombre que decía “alerta sísmica, alerta sísmica” y el estresante tuiii, tuiii, tuiii.
Mientras el movimiento sísmico se desarrollaba, unas personas sacaron su celular para grabar y compartir el sismo en sus redes, otros platicaban y algunos más hábiles hacían ambas cosas. Fue el caso de Esperanza, quien, sorprendida por la coincidencia de un nuevo sismo en un 19 de septiembre, sólo atinó a decir que cuando escuchó los altavoces de la alerta sísmica, no creyó que fuera por un temblor.