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Ciudad de México (24 agosto 2021).- Que Ricardo Anaya “no me eche la culpa, ¡que no sea marrullero! Se le hace fácil decir ‘me persiguen, me persiguen’. Yo no tengo nada qué ver absolutamente”, recriminó el presidente Andrés Manuel López Obrador.
En su conferencia de prensa de ayer, ocupó poco más de media hora en explicar el origen de la investigación de la Fiscalía General de la República (FGR) contra el ex candidato presidencial panista: las denuncias de Ernesto Cordero, Javier Lozano y Emilio Lozoya.
“Es muy importante que se conozca más porque hay veces que se da una noticia sin contexto. No puede haber texto sin contexto. Él acusa de ser perseguido por el Presidente, por mí, y eso es una mentira, eso es falso.”
Y de ahí subrayó que la historia se debe contar bien. “Ricardo Anaya es una gente joven, relativamente; no era muy conocido, de repente llega a ser dirigente nacional del PAN y va avanzando porque tiene un buen manejo de medios de publicidad. Acuérdense cómo antes los medios inflaban a los supuestos políticos, era arreglarse de una forma, peinarse con moco de gorila”, y sonrió socarrón.
“Entonces, este joven empezó a escalar y empezó a hacer a un lado a sus compañeros, a dirigentes importantes, creo que hasta a (Felipe) Calderón. Luego de que ya es candidato se le voltea al presidente Peña y en el debate dijo que iba a meter a la cárcel al presidente Peña. Pues a partir de ahí también se le generaron problemas porque sintieron que estaba traicionando”.
El mandatario reprochó que al queretano “se le hizo fácil decir: ‘Me está persiguiendo Andrés Manuel’. Ahora sí que como diría su compañero, camarada del bloque conservador (Vicente Fox), ‘¿y yo por qué?’ Él, pensando que echándome la culpa, sintiéndose perseguido, la iba a librar. Muy mal, muy mal ese proceder”.
También reiteró que “cuando se lucha por una causa se puede ir a la cárcel y, al contrario de sentirse mal, se fortalece un dirigente. ¿Cuál sería la lección para los jóvenes? Que no hay que estar pensando en que la política es encaramarse en cargos sin escrúpulos morales de ninguna índole. No es para trepadores, no es para ambiciosos. No se puede hacer política sin ideales, sin principios, no es ‘me voy a colar, incluso voy a atropellar a todos’.