Según un artículo de la organización internacional In SightCrime, especializada en el análisis de grupos delictivos los capos del narcotráfico en México operan con una estructura de mando horizontal, con jefes de plaza que reciben instrucciones generales pero operan a discreción sus zonas de influencia, como si fueran “franquicias”, la organización del narcotráfico que dirigen Joaquín El Chapo Guzmán y sus aliados se mantiene como la más grande de México y del continente, apoyado con la estrategia de combate antidrogas que ha mermado a sus antagonistas.
No por nada, apunta el análisis, El Chapo, El Mayo y El Azul, todos de entre 50 y 60 años de edad, han mantenido el liderazgo del grupo desde finales de la década de los noventa.
Según el análisis, El Chapo, El Mayo y El Azul, cada uno con su estructura de tráfico de drogas y lavado de dinero, tienen presencia en al menos 17 estados del país, además de amplia presencia en numerosas ciudades de Estados Unidos y conexiones en Centro y Sudamérica.
“Mientras el Cártel puede emplear hasta a cien mil agentes operativos, se cree que las estructuras de liderazgo rara vez se comunican con todas las células. En vez de eso se emiten órdenes a los jefes de plaza para ejecutar las instrucciones como si se tratara de franquicias. Por esta razón se le conoce al grupo como La Federación”, señala In SightCrime.
Esta mecánica de “franquicias”, subraya el artículo, ha permitido al Cártel de Sinaloa y aliados mantener dominio de amplias zonas con operadores que controlan el terreno y las redes de coacción, sin que exista una posibilidad de derrumbes sin un líder, como ha pasado con otros grupos.
La fórmula ha sido efectiva también en Centroamérica. In SightCrime reportó hace unas semanas que Joaquín Guzmán y sus hombres fortalecieron a través de distintos grupos delictivos sus redes operativas en Guatemala, frente al
Los especialistas de Insight Crime aún consideran a Los Zetas como el grupo delictivo “más letal”, por la violencia que aplican, pero advierten que los golpes a su estructura jerárquica generaron una desorganización, situación que les llevará a perder control de rutas de tráfico de drogas.
Respecto a los otros grupos, pese a la fragmentación parecen mantenerse firmes según el análisis en sus áreas de mayor influencia.
En ese sentido, los analistas plantean dos escenarios en el mediano y largo plazo. El primero es que se fortalecerán los grupos secundarios o surgirán nuevos, lo que podría volver más complicado y disputado el control de corredores de la droga en México, y empujar de nuevo el tráfico hacia nuevas regiones.
La otra posibilidad es que La Federación y El Golfo (que controlan la frontera de Tamaulipas) se fortalezcan progresivamente ante el debilitamiento de los competidores, lo que podría generar una caída de los índices de violencia pero el fortalecimiento del narcotráfico a gran escala.