Unos 300 manifestantes, algunos de ellos encapuchados, ocuparon este lunes la sede de la Procuraduría General de la República (PGR) en Guerrero, en el sur de México, como parte de las protestas por la desaparición de 43 estudiantes hace dos meses, informó una fuente de la Secretaría de Seguridad Pública estatal.
Los inconformes, en su mayoría maestros, irrumpieron por la mañana en las instalaciones de la procuraduría, ubicada en la capital de Guerrero, Chilpancingo, 276 kilómetros al sur de Ciudad de México, de donde salieron casi todos los trabajadores, menos algunos jefes de área, indicó la fuente.
«No hay personal retenido, la toma es pacífica», aclaró el funcionario.
Entre los manifestantes había maestros del sindicato disidente Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG), que ha participado en otras manifestaciones violentas, como la del 13 de octubre pasado, que derivó en el incendio del Congreso estatal.
Los inconformes exigieron a las autoridades que localicen con vida a los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, quienes desaparecieron el 26 de septiembre después de ser baleados por policías y narcotraficantes. Seis personas murieron ese día, entre ellas tres normalistas.
Según acusaciones de la PGR, los jóvenes fueron baleados en Iguala, cercana a Ayotzinapa, por órdenes del entonces alcalde José Luis Abarca, ya detenido.
«Justicia para Ayotzinapa» y «Faltan 43» fueron algunos de los mensajes que pintaron los manifestantes en las instalaciones de la procuraduría federal.
Las manifestaciones no han cesado en Guerrero, Michoacán y Oaxaca, los tres estados más pobres del país, así como en la capital mexicana, y recrudecieron después de que hace dos semanas la PGR reveló declaraciones que apuntan a que los estudiantes fueron asesinados por sicarios del cártel Guerreros Unidos y sus restos carbonizados y arrojados a un río.
El jueves pasado multitudinarias marchas encabezadas por los padres de los estudiantes confluyeron en el Zócalo de la Ciudad de México, donde se enfrentaron policías antimotines y algunos manifestantes radicales.
Al día siguiente, el presidente Enrique Peña Nieto advirtió que no permitirá «actos vandálicos».