Reflexiones Por: Federico Velio Ortega
A la altura de su tiempo
Estudiantes, menores de edad, de la Escuela de Nivel Medio Superior (ENMS) de la Universidad de Guanajuato se manifestaron ante la Rectoría para denunciar acoso sexual. El resultado fue la renuncia de dos funcionarias. En 2019, miles de estudiantes paralizaron a la universidad y la violencia sexual fue la principal causa de inconformidad. La lección aún no es aprendida por las y los responsables de encabezar a la institución.
Las estudiantes de la ENMS, adolescentes, denunciaron acoso de parte de uno de sus compañeros y señalaron que recibieron un trato prepotente y revictimizador por parte del personal del Programa Institucional de Igualdad de Género.
Dialogaron con el director del Colegio del Nivel Medio Superior, Merced Rizo Carmona; la Defensora Titular de los Derechos Humanos Universitarios, Margarita López Maciel; y la directora de la ENMS Guanajuato, Karina Alejandra Rodríguez Valdivia. Expusieron sus quejas e hicieron peticiones tras los señalamientos de acoso sexual entre alumnos. Lograron una disculpa pública y dos renuncias.
Las autoridades se comprometieron denunciar penalmente al presunto responsable.
Ésta es, sin embargo, la segunda protesta de estudiantes de NMS de la UG: el 18 de marzo, la protesta fue porque la directora de la ENMS de León, Dalila Camarena García, “sugirió” a las alumnas “cuidar” su manera de vestir para evitar acoso y violencia sexual.
Tras lograr que la funcionaria fuera “investigada”, las alumnas señalaron el 22 de marzo que profesores denunciados en 2019 sólo fueron cambiados de plaza.
El discurso institucional dista mucho de la realidad: la UG aún no puede con el paquete de al menos avanzar en la erradicación de la violencia de género.
La OSUG: otro tema pendiente
Una circular que “recomendaba” a la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato no programar obras de músicos rusos y la cancelación de un disco con piezas de compositores de ese país fue el otro tema que en esta semana opacó la Feria Internacional del Libro de la UG.
De nueva cuenta un funcionario mostró a una universidad estatal carente de visión política. Si de tomar postura en torno al conflicto en Ucrania se trataba, desaprovecharon la oportunidad de un concierto con obras de músicos nacidos en ese país y de contemporáneos rusos.
Al escándalo generado por esta “sugerencia” se le agrega otro tema discutido: las condiciones de trabajo y los salarios de las y los integrantes de la Orquesta. Es un asunto que lleva rato.
Feria (Internacional) del Libro de la UG.
Es de celebrarse que la UG retomara la realización de su Feria del Libro. Se explican sus limitaciones luego de una pandemia que pegó a todas las instituciones. Otra vez la Feria no trae su festival bajo el brazo, primer punto a considerar. Lo más observable es que desde hace un par de años se agregó la palabra “Internacional”. Se aplaude y reconoce el esfuerzo, hay esperanza en que mejore, pero hay que reconocer que esa “I” está quedando grande.
La UG tiene actividades que buscan proyectarla como institución moderna. La solemnidad en muchos de sus actos le dan identidad como institución centenaria, pero con eso no está a la altura de su tiempo; por el contrario: se aferra más a la nostalgia por el pasado (aunque usen un dron y hagan transmisiones por la vía digital) que a proyectarse hacia el futuro.