Entrevista con un asesino en serie

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ejecutado

Joseph Paul Franklin no parpadea y su mirada luce vacía mientras habla de sus víctimas.

¿Sabes a cuántas personas asesinaste? «Preferiría no mencionarlo», dice. Según mis cálculos, son 22 personas. «Aproximadamente». Y esos dos chicos, de tan solo 13, 14 años. «Sí, ahora lamento haberles disparado», responde.

Franklin ha estado alejado del mundo civilizado durante más de 30 años y cumple varias cadenas perpetuas tras las rejas. Nos reunimos en el Centro Oriental de Recepción, Diagnóstico y Correcciones en Missouri, Estados Unidos, en donde este miércoles morirá por una inyección.

«Sentí que estaba en una guerra. La supervivencia de la raza blanca estaba en juego», dice. Franklin se compara con un soldado estadounidense en Vietnam, entrenado para ser francotirador en la guerra. El enemigo —explica— eran los judíos, los negros y especialmente las parejas interraciales. «Considero que fue mi misión, mi misión durante tres años. Es el mismo tiempo en el que Jesús llevó a cabo su misión, de los 30 a los 33 años».

¿Cuál era tu misión? «Iniciar una guerra racial».

Explica que su odio surge en sus orígenes y en su crianza. El nombre que le dieron a Franklin al nacer en Alabama era James Clayton Vaughn. Creció en la pobreza y su niñez estuvo marcada por los abusos, dice.

Encontró una familia y consuelo entre los grupos de supremacistas blancos del sur de Estados Unidos en la década de 1960. El manifiesto autobiográfico de Hitler, Mi lucha, lo llevó del odio a la acción. «Nunca me había sentido así con ningún otro libro». A los 26 años, se cambió el nombre a Joseph Paul Franklin. Eligió Joseph Paul en honor a Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi, y Franklin en honor a Benjamin Franklin.

Franklin relata que estaba obsesionado con matar para dar el ejemplo. «Pensé que una vez que empezara a hacerlo y les mostrara cómo, los demás supremacistas blancos harían lo mismo».

Hacia el ‘corredor de la muerte’

Franklin habla del crimen que lo llevó al corredor de la muerte de Missouri: el asesinato de Gerald Gordon. El 8 de octubre de 1977,

Franklin confesó a la policía que una compañera de la escuela, Rebecca Bergstrom, lo había hecho enfurecer porque dijo que había salido con un jamaicano durante las vacaciones de primavera. La mató a tiros.

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En Cincinnati, Franklin había estado esperando a una pareja interracial, pero Dante Evans, de 13 años, y su primo, Darrell Lane, de 14, pasaron caminando. Franklin disparó dos veces a cada uno desde su puesto de tiro para asegurarse de que estuvieran muertos.

Joseph Deters, fiscal del caso de Cincinnati, dijo que Franklin «es tan solo un cretino. No hay otra forma de describirlo. Lo que hizo a esos dos niños, solo por el color de su piel, es incomprensible».

Franklin también quería atacar blancos de alto perfil: acechó al líder activista Vernon Jordan Jr. en Indiana, en 1980. Franklin esperó afuera del hotel de Jordan. Cuando este regresó de un evento, Franklin le disparó. Jordan resultó gravemente herido, pero no murió.

Asqueado por ‘Hustler’ y a la caza de Larry Flint

Sin embargo, Franklin esperaba que uno de sus mayores trofeos fuera Larry Flint, editor y fundador de la revista Hustler. ¿Cuál era su delito, según Franklin?

«Vi una pareja interracial a la que fotografió mientras tenían sexo» dice. Franklin se refiere al número de diciembre de 1975 de la revista, en el que se presentan varias fotos de hombres negros con mujeres blancas. «Simplemente me dio asco. Pienso que los blancos se casan con blancos, los negros con negros, indios con indios. Orientales con orientales. Arrojé la revista y pensé: ‘Voy a matar a ese tipo'».

‘La voluntad del Señor’

«No se trata solo de un sistema que funciona de acuerdo con la Biblia. Las escrituras nos dicen que cuando alguien se arrepiente, Dios lo perdona. Todo se olvida una vez que se perdona. Pero el Estado no lo cree así», dice. Franklin afirma que ya no es peligroso ni racista.

Dice que tras devorar montones de libros en prisión, ahora es diferente. Ha «curado su enfermedad mental a través de la educación», afirma.

¿Crees que hay algo que te espera allá luego del 20 de noviembre? «Sí, pero no es un infierno abrasador porque estoy sirviendo al Señor. Será el reino de los cielos porque me he arrepentido».

 

 


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