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Reflexiones por Federico Velio Ortega
Adriana y Jaciel Alejandro
Viernes 21 de enero, 2022, Adriana y Blanca (quien tramita cambio legal de nombre a Jaciel Alejandro) contrajeron matrimonio civil con una madrina, Rubí Araujo; y un padrino, Alejandro Navarro Saldaña.
El hecho tiene múltiples significados: es el primer matrimonio igualitario celebrado en la capital del estado sin la necesidad de un amparo; el respaldo de una reconocida luchadora por los derechos de la diversidad sexual y la participación de un panista que rompe, aparentemente, con la visión conservadora de su partido.
El tema, como expondré más adelante, tiene varias aristas.
El 18 de marzo de 2014, Rito Padilla, titular de la Dirección de Registro Civil de León, tuvo que tragarse sus declaraciones previas en contra del matrimonio igualitario y casó a dos mujeres en la casa de gestión de la diputada perredista María Guadalupe Torres Rea, quien junto con el diputado priista Guillermo Romo promovió un amparo para que el gobierno guanajuatense cediera ante un hecho negado por las leyes de la entidad.
Esa boda fue la que abrió brecha al matrimonio igualitario en Guanajuato y el resultado de una larga lucha:
En 2013 decidieron formalizar legalmente su unión y acudieron en el mes de septiembre a la oficina del Registro Civil de León. Rito Padilla, les dijo que el Código Civil del Estado no lo permitía.
Con el respaldo y asesoría de abogados del Colectivo Bis-Les y el Colectivo León Gay, iniciaron la lucha legal. Primero interpusieron un recurso ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo. Ahí se refrendó la negativa y tomaron como recurso un juicio de amparo.
El 14 de febrero de 2014, el Juzgado Tercero de distrito les otorgó el amparo, mediante el juicio de garantías 1157/2013. La sentencia ordenó al gobierno del estado de Guanajuato unir a ambas mujeres en matrimonio. El gobernador Miguel Márquez Márquez optó por no impugnar la resolución.
Esa boda fue el ariete para decenas de matrimonios igualitarios en el estado, hasta hace poco con el recurso del amparo.
Bien por Adriana y Jaciel Alejandro, que se casaron sin necesidad de amparo, pero aún falta la reforma al Código Civil.
La trascendencia de los derechos humanos
Es común escuchar o leer opiniones que minimizan o rechazan acciones a favor de los derechos humanos, con el “argumento” de que “hay temas más importantes”.
Si a pragmatismos vamos, se les recuerda que los derechos humanos son la base sustantiva para las políticas públicas.
Un gobierno que reconoce el derecho a una movilidad igualitaria impulsa ciclovías y transporte público por encima de infraestructura sólo para automovilistas.
Un gobierno que reconoce el derecho a la alimentación crea programas para que la comida sea sana y accesible.
Un gobierno que valora el derecho a la salud, fortalece programas preventivos y ofrece servicios dignos y eficientes en hospitales públicos.
Un gobierno que reconoce derechos sin discriminar, incluye a todos los sectores sociales en la dinámica de beneficios y responsabilidades. Es un ejemplo democrático.
Los derechos de la diversidad sexual son, como el derecho a la salud, la alimentación y la educación, un referente del desarrollo humanista de una sociedad.
Panismo entre la espada y la pared
El Presidente Municipal, Alejandro Navarro, fue invitado como testigo para presenciar la unión entre Adriana y Jaciel Alejandro.
Para el edil, el matrimonio que apadrinó “es un buen ejemplo para todo el estado de Guanajuato en el tema de Derechos Humanos. Tenemos que dar el ejemplo de inclusión y de respeto a todos los seres humanos porque el amor todo lo vence”.
Lo que suena a un discurso pro libertades, con un toque de romanticismo, tiene, sin embargo, un trasfondo económico: en 2021, Guanajuato fue el primer municipio del estado que se declaró abiertamente como una ciudad incluyente y, ojo: un lugar turístico donde se respeta a todas las personas, con la visión de llegar a ser un referente nacional como destino de bodas igualitarias.
Días antes a la boda, Navarro Saldaña se reunió con empresarios de la localidad para hacer de la ciudad un centro de romanticismo de la diversidad sexual. El tema se aplaude desde la perspectiva de los derechos humanos, pero también muestra al espíritu de la derecha en el poder: la economía todo lo vence y el libre mercado (y su correspondiente beneficio) bien vale contradecir principios.
Navarro tiene otro punto a favor: gracias a su acción, resta banderas a quien por tradición e ideología corresponde enarbolarlas: la izquierda.
El panismo gobernante sabe que debe cumplir con una disposición sobre la que ya la Corte ha fincado jurisprudencia; saben que los derechos igualitarios ya son parte esencial de las sociedades contemporáneas y van avanzando por encima de siglas e ideologías.
Se aferran a su discurso conservador para negarse a actualizar el marco legal en torno a derechos de la diversidad sexual. Las salidas a este embrollo han sido una circular de la secretaria de Gobierno, Libia García, y esta boda atestiguada por el versátil Navarro, que lo mismo apadrina a una pareja de mujeres que reza y recibe agua bendita en la bendición a patrullas y armamento para la policía municipal.
El panismo busca una salida decente a su doble discurso de moralidad, en un estado donde existen altos niveles de violencia contra las mujeres y una violencia sexual que involucra, incluso, a uno de sus prominentes militantes, diputado electo acusado de violar a dos mujeres (y protegido desde la Fiscalía).
Es el reto de superar su contradicción y, de paso, restar fuerza a una oposición morenista que ha exhibido a Jorge Romero, pero que ha soslayado a Félix Salgado Macedonio y ahora, en voz de la emblemática Malú Mícher, justifica y cobija a Pedro Salmerón.
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