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Desde la puerta ve la vida pasar, con el anhelo de dar un paso a la calle, así que como un León hace rondas y va de arriba para abajo en su casa, a penas de dos habitaciones y un pasillo vacío.
La sentencia del grupo rival le retumba en la cabeza, y la pregunta todos los días cómo se convirtió su hogar una cárcel de donde no puede salir. Cuanta será la condena que deberá cumplir.
Ese domingo se peleó por in una tontería de la que ya no se acuerda, sin embargo las rencillas eran comunes entre las dos pandillas.
Mario se pregunta donde están sus amigos, aquellos que juraron con sangre que estarían juntos en todo.
Tenía apenas 15 años y ya había una sentencia de muerte. El sabe que sus enemigos no se andan con medias tintas, si sale lo cazaran.
Desde que amanece sale a dar la primera vuelta a la puerta, se encuentra inquieto y lo único que le hace un poco ligero el día es la música, por cierto detestada por sus vecinos.
En ella se habla de “batos locos”, de la mota, el sexo y escasamente el amor.
Casi por equivocación ve a su cuate Pedro quien paso a comprar cervezas, le pregunta por los “Locos», y lo pone al tanto. El saldo dos muertos y dos sentenciados como él.
Regresa a su cuarto, el cual tiene una cama individual, y un ropero viejo, eso si dos bocinas tamaño jumbo para retumbar la miseria de estar encerrado.
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En esta zona de León esta marcado por la violencia, en Los Castillos donde se han suscitados asesinatos entre pandillas o relacionados con la venta de droga, pero en esta colonia de nadie, donde ni la policía entra ahora es frecuente la aparición de la Guardia Nacional, lo que ha calmado un poco los pleitos.
Este lunes se baño temprano, y aun con temblores dio dos pasos de la barrera, sabe que se juega todo, pero ya no soporta la situación, eran dos años así. Hoy salió Mario y lleva una mochila con comida, va a trabajar en una fábrica, su futuro solo Dios lo sabe.