Castillo lleva novia y masajista a Juegos Olímpicos, mientras que los atletas van sin recurso

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Al principio fue un tuit. El comisionado nacional del deporte en México, Alfredo Castillo, escribió un mensaje en Twitter la semana pasada cargando contra los jueces de clavados en los Juegos Olímpicos de Rio, contra la Federación Internacional de Natación, la FINA, y quizá, también, contra él mismo.

La pareja de clavados sincronizados que formaban Rommel Pacheco y Jahir Ocampo se descolgaba en la final de salto de plataforma de tres metros. Después de su último intento, los clavadistas reclamaron que los focos del pabellón, que se habían encendido justo antes de su salto, les habían desconcentrado. Querían repetir pero los jueces se negaron. Castillo escribió: “Las represalias por no regalar 15 millones de dólares ahí están”. Desde ese momento, no hay día en que los medios mexicanos no lo critiquen: por llevar a su novia a los juegos, por no haber apoyado a los deportistas antes de los juegos; porque después de diez días de competición, México apenas ha conseguido una medalla de bronce… Incluso algunos atletas en Río, como la arquera Aída Román, medallista en Londres, han levantado la voz. Este domingo, Román dijo que hay atletas que llegaron sin fisioterapeuta a la villa olímpica porque “al final hay alguien más querido ahí”. Se refería a la novia de Castillo.

En febrero de 2015, Guadalajara dejaba de ser oficialmente la sede de los mundiales de natación, que debían celebrarse allí dos años más tarde. El titular de la Comisión Nacional del Deporte mexicana, CONADE, era entonces Jesús Mena. Aunque en un principio se apostó fuerte por albergar el evento, las autoridades mexicanas se lo pensaron mejor.

Por esa época, Alfredo Castillo era el comisionado del Gobierno federal para la paz en Michoacán. Hacía unos meses que grupos parapoliciales, las autodefensas, se habían levantado en armas en el estado del Pacífico. Querían acabar con las bandas de delincuentes que imponían allí su ley. El Gobierno de Enrique Peña Nieto mandó a Castillo para tratar de que las autodefensas se institucionalizaran, es decir, que se convirtieran en una fuerza policial.

Oriundos del Estado de México, el más poblado del país, Peña Nieto, y Castillo se conocían de antes. El segundo había sido procurador de justicia y antes subprocurador, cuando el primero había fungido de Gobernador. En 2010, el nombre de Alfredo Castillo saltaba por primera vez a la arena mediática por el caso Paulette. En marzo de ese año, una familia adinerada de la entidad denunciaba la desaparición de su hija. La niña se llamaba Paulette, tenía cuatro años, una discapacidad motriz y se había esfumado de su cuarto de la noche a la mañana. Los padres parchearon la zona de anuncios de «se busca», la procuraduría estatal buscó por medio estado a la niña. Finalmente, a ocho días de la desaparición, investigadores bajo el mando de Castillo encontraron el cuerpo de la niña entre el colchón y la base de la cama.

Castillo se hizo famoso. Primero porque el caso acaparó los noticieros de todo el país durante días. Luego porque parecía increíble, pese a las explicaciones de Castillo, que el cadáver hubiera estado todo ese tiempo en la cama y nadie se hubiera dado cuenta.

El mexiquense alcanzó entonces la titularidad de la procuraduría. Luego Peña Nieto, ya presidente del Ejecutivo, lo mandó a la procuraduría federal del consumidor, después a Michoacán y en abril de 2015 le entregó el manejo de los deportes en México.

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Cuando Alfredo Castillo llegó a la Conade, el conflicto con la FINA parecía lejos de resolverse. La federación exigía el pago de una multa de cinco millones de dólares a México por cancelar el mundial, además de conservar los 9,5 que ya había recibido por brindar la competición a Guadalajara. Esos son los casi 15 millones a los que se refería Castillo la semana pasada, el miércoles 10 de agosto. Como México se negaba a pagar la multa, la FINA castigaba a sus atletas.

Al día siguiente, el presidente del Comité Olímpico Mexicano, Carlos Padilla, le contestaba a Castillo: “Es una vergüenza que se asegure que puede ser una venganza en contra de México”.

Antes, el martes 9 de agosto, el levantador de pesas mexicano Bredni Roque competía al nivel de los mejores en la categoría de 69 kilos. Quedó quinto en la final, a un paso de las medallas, pero en México todo el mundo destacó su vestimenta. Bredni levantó pesas de más de 300 kilos con parches en la camiseta.

Medio México se acordó entonces de los tiradores mexicanos que el año anterior, durante la copa del mundo de tiro con arco, lucieron camisetas con dorsales escritos a mano.

Dos días después, Roque dijo que había sentido vergüenza por los parches, pero que no había tenido otra opción. El 11 de agosto, el mismo día que Padilla criticaba a Castillo, el atleta denunciaba desde su cuenta de Facebook que ni el Comité Olímpico Mexicano ni la Federación Mexicana de Levantamiento de Pesas le habían dado el equipaje adecuado.

Por entonces empezaron a aparecer en diarios y noticieros fotos de Castillo con su novia, besándose en las calles de Río. Los medios cuestionaban su presencia en las competiciones; más aún, que hubiera vestido el mismo traje de Hugo Boss que habían usado los atletas en la ceremonia de inauguración. Castillo se defendió y dijo que él había pagado el viaje de su novia.

Así acababa la primera semana de los juegos para México, con un cero en el medallero, debatiendo sobre la conveniencia de que Castillo, un hombre ajeno a las instituciones deportivas hasta hace año y medio, maneje el futuro de los atletas.

Cuando le han preguntado por la falta de medallas, el comisionado ha contestado que lo importante es llegar a las finales y vaticina que 15 atletas estarán entre los ocho mejores de sus disciplinas. De manera parecida, el predecesor de Castillo, Bernardo Gaza, aseguró antes de los Juegos de Londres que los atletas mexicanos llegarían a 20 finales. Sólo que entonces se ganaron siete medallas.

Este lunes, el boxeador mexicano Misael Rodríguez aseguraba la primera presea para su país. Casi lo primero que se destacaba en redes sociales eran unas fotos en que aparecen el púgil y unos compañeros pidiendo dinero en la calle para pagarse el viaje al campeonato del mundo en Qatar. De eso hace 11 meses. Castillo ha tuiteado que se sentía muy orgulloso. Por la mañana, la columna de trascendidos –un artículo anónimo, editorial, muy popular en los diarios mexicanos- del periódico El Universal informaba de que el comisionado había llevado a Río hasta a su masajista.


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