LA TRAGICOMEDIA DE DON GIOVANNI

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Por: Federico Velio Ortega

“¿Por qué condenamos siempre lo que no comprendemos?”

Guanajuato 8 Noviembre 2021.- Si Don Giovanni viviera en el siglo XXI, las redes sociales explotarían pletóricas de juicios morales hacia él. En una obra donde eros y tánatos van de la mano en una comedia trágica (¿o tragedia cómica?), el galán sería lo mismo exaltado (por el machismo) que denostado (por la postura igualitaria y la moral contra las acciones incorrectas). Más de uno delos personajes femeninos tendría la etiqueta de “tóxica”. Mientras existan el deseo y el amor, el engaño y el placer, Don Juan-Giovanni serán eternos.

La representación de Don Giovanni, montada los días 3,5 y 7 de noviembre en el Teatro Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña, ha sido una de las más espectaculares inversiones del organismo (siete millones de pesos, el más alto para una obra de este tipo).

Es un montaje puesto en un túnel del tiempo, donde el siglo XVII es reconfigurado en la modernidad de fin de milenio anterior y el inicio del actual, desde la perspectiva romántica y moral del siglo XIX.  En el contexto del mexicano Día de Muertos está el ánima en piano (no en pena) de Mozart que acompaña a un Don Juan-Giovanni enamorado, hábil, mañoso y burlador galán de galanes

Il dissoluto punito, ossia il Don Giovanni) (El libertino castigado o Don Juan) es recreado por Lorenzo de Ponte y musicalizado por Wolfgang Amadeus Mozart. Drama jocoso en dos actos, con escenografías y coreografías de una modernidad cinematográfica que la definen como una de las mejores adaptaciones escénicas de la producción operística guanajuatense.

El ánima del Giovanni renacentista se manifiesta desde que se levanta el telón. Es el espíritu que observa e incita, que provoca desenlaces trágicos.

La historia está situada en Sevilla, a mediados del siglo XVI. Don Giovanni, representado por Armando Piña, es un joven noble, arrogante, mentiroso y promiscuo. Un “junior” de su tiempo, que burla a todo mundo y se burla de las mujeres para hacerlas parte de su colección de trofeos sexuales.

El manipulador

La obertura empieza en Re menor y sigue con un allegro en Re mayor alegre, ejecutada con maestría por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, dirigida por Roberto Beltrán Zavala. Desde el principio, Paco Azorín, el director, mostró un lenguaje visual con visos cinematográficos, al identificar a los actores con el nombre de su personaje.

Con la forzada complicidad de Leporello (Rodrigo Urrutia), don Giovanni posee a Donna Ana (Sarah Traubel). El rufián sexual se quiere alejar y ella, al no poder retenerlo, grita, para que aparezca el padre de la burlada, el Comendador (José Luis Reynoso). El señor se enfrenta al burlador y éste le da muerte.

Doña Elvira, la encantadora y empoderada cougar

Amo de la mentira, Don Giovanni enamora a Elvira, mujer mayor a la que promete fidelidad. Leporello la encuentra en las afueras de la ciudad y la desengaña mostrando datos y fotos de miles de mujeres que han pasado por la colección del seductor: 640 en Italia, 231 en Alemania, 100 en Francia, 91 en Turquía, y en España van 1003.

Elvira jura venganza y con ella forja el fin del seductor.

En la versión de Lorenzo de Ponte, Zerlina (Carolina Torres) es una joven campesina que se va a casar con Masetto (Esteban Baltazar). En la versión de Lazarín, la recreación visual corresponde a una chica muy rocker, ardiente, que atrae al galán, quien intenta seducirla sin importar la presencia del novio.

Su estrategia es ofrecer protección a la pareja a cambio del derecho de pernada. La escena recrea el poder político de la nobleza renacentista. Zerlina esrescatadapor la despechada donna Elvira, quien también previene de la perversidad de don Giovanni a donna Anna y su prometido Ottavio (Leonardo Sánchez), quienes andan en busca del asesino del comendador, sin saber que lo tienen enfrente.

La obra muestra a un don Giovanni de hábil mentira, capaz de arriesgar la integridad de su criado con tal de acrecentar su colección de mujeres seducidas.

El mensaje de “Viva la libertad”, que aparece en escena, es el marco para una orgía que tiene como búsqueda la muerte.

Cada personaje tiene luces y sombras morales. Zerlina, quien estaba por caer en el embrujo de don Giovanni, debe someterse a los celos de su prometido.

En el desenlace del primer acto, la obra muestra al más ruin don Giovanni, quien intenta abusar de Zerlina. Finalmente es descubierto y a balazo limpio (en la obra original es con espada), huye del palacio.

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Acto II

El arranque del segundo acto exhibe al don Giovanni rey del engaño: con su ropa hace que Leporello se haga pasar por él para distraer a donna Elvira y conseguir seducir a la criada de la señora. La escena de la serenata en su visión moderna es un dechado de lenguaje escénico contemporáneo.

Mientras trata de seducir a la doncella, Masetto llega con sus amigos para matar a don Giovanni. Éste, vestido como Leporello, los convence de que él también odia a don Giovanni, y se une a la caza.  Con engaños se queda solo con Masetto y lo golpea.

Otra escena de gran calidad es cuando Zerlina llega y consuela al malherido Masetto. Finalmente, hay un pequeño triunfo del amor.

Leporello, quien disfrazado de Don Giovanni apapacha a donna Elvira, estápor escapar cuando aparecen donna Anna y Ottavio, quien la consuela en su dolor. Cuando Leporello está por escapar, llegan Zerlina y Masetto y entre todos van a darle muerte creyendo que es don Giovanni. Elvira pide por él y cuando elcastigo parece ievitable,el criado se descubre. Giovanni es ya un proscrito.

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El desenlace de la obra en el más típico estilo de Tirso de Molina:

Don Giovanni llega al cementerio de Sevilla y se postra a los pies de la estatua del comendador: hace que Leporello invite a una cena a la estatua del Comendador. La estatua responde «Sí» y Don Giovanni y Leporello salen del cementerio asustados. Es el famoso “Convidado de Piedra” que da lugar al Tenorio y que justifica su incorporación a la tradición del día de muertos mexicana.

Cierra la obra con la aparición del Comendador y el final de don Giovanni, macabro, trágico y con su carga de moral. Es un final épico, en el que se muestra la virtud musical de Mozart, exhibe al soberbio seductor, quien destaca al vino y las mujeres como gloria de la humanidad y refrende su amor por el deseo y la seducción.

El cierre es apoteósico y no se debe contar porque falta todavía del14 de noviembre en el teatro Juárez.

Las virtudes de Ponte y de Azorín

En las versiones clásicas, don Juan se arrepiente y se salva y con ello salva al amor. Se creería que, por ser el siglo del romanticismo, Lorenzo de Ponte haría salvar al malvado. No es así. Contrario a la tradición cristiana, don Giovanni paga su pecado.

Desde la moral hay culpas y perversidades; con la versión de Azorín sólo hay acciones. Es una obra de sensual violencia, con un engatusador jóvenes y no jóvenes, de nobles y plebeyas. Es el señor de la lisonja, con una modernidad en el vestuario y la selfie en Polaroid.

El simbolismo de las bicicletas y la silla de ruedas, así como las pistolas y los rifles en vez de espadas dan un toque tan surrealista como divertido y creativo.

Es el conquistador de jóvenes inocentes para jactarse de iniciarles y el goce de burlar a la madura.

La escenografía y el vestuario de la modernidad, en una mezcla entre ciudad gótica y Vaselina

Destaca también la presencia de personas que, como fantasmales demonios y diablesas rondan cada escena.

Azorín deconstruye personajes: una Elvira empoderada que lleva su frustración de burlada al campo de la justicia; una sensual Zerlina que finalmente decide por el camino de la rectitud

Donna Anna pasa de la sensualidad de la primera escena a un personaje de virtud y dolor que permite el lucimiento de la voz de la Traubel

Música y arias

La obertura se compone de dos partes, la primera es un Andante, que se repetirá en la parte de su muerte. La segunda parte, es un molto Allegro, de carácter festivo. La primera aria que se escucha en la ópera es Notte e giorno faticar, interpretada por Leporello, y ahí queda patente el carácter cómico-bufo del personaje. A continuación, hacen su entrada Anna y Don Giovanni, que interpretan un trío, Non sperar, se non m’uccidi. Posteriormente aparece otro trío, también interpretado por Giovanni, Leporello y el Comendador, Lasciala, indegno. El aria más conocida interpretada por Don Ottavio, es Dalla sua pace.

Una de las arias más conocidas de esta obra es Madamina, interpretada por Leporello dedicada a Donna Elvira, también conocida como el aria del catálogo. Otra muy conocida es Là ci darem la mano, interpretada por Don Giovanni y Zerlina, que es un minueto. Como muestra de otra de las agrupaciones de Mozart, está el cuarteto de Don Giovanni, Ottavio, Anna y Elvira, Non ti fidar, o misera. A continuación, viene uno de los pasajes más importantes de la ópera y que fue todo un alarde sin igual en el siglo XVIII, que fue la introducción de 3 orquestas a la vez tocando en el escenario, cada una con un compás diferente, mientras en escena interpretan el Septeto Venite pur avanti.

Los conjuntos en la ópera son abundantes y ricos armónica y rítmicamente, intercalándose con arias y recitativos que continúan la trama. Tal es el caso del quinteto del segundo acto «Mille torbidi pensieri», de Leporello, donna Anna, Ottavio, Elvira y Zerlina.

Se puede destacar igualmente el aria divertida y misteriosa de la entrevista con la estatua del comendador, «Oh statua gentilissima», en la que interviene la propia estatua.

Del último cuadro, destaca sobre todo el aria Già la mensa è preparata, en donde Leporello tiene en teoría que cantar mientras come, dándole mucha complejidad a este fragmento. En ese instante, hay un momento orquestal, en el que interpretan melodías de moda que Don Giovanni ha elegido para su cena, entre las que se encuentran temas de Vicente Martín y Soler, (Una Cosa Rara, con libreto de da Ponte también), de Giuseppe Sarti e incluso de Mozart. La ópera termina con el sexteto Ah, dov’è il perfido y con el fragmento Questo ‘e il fin, fugado.

En el final de la ópera, se une un coro, de espíritus infernales, y se añaden varios trombones, ya que es un instrumento que se ha asociado en muchas óperas a lo sobrenatural y a lo infernal.

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Los creadores

La Dirección Escénica corre a cargo de Paco Azorín, y Carlos Martos es el responsable de la escenografía y el movimiento escénico. Ana Garay, vestuario; Pedro Yagüe, iluminación; Pedro Chamizo, diseño audiovisual: bajo la coordinación técnica de Carlos Capdet.

Es una coproducción del teatro del Bicentenario, el Teatro Principal de Palma de Mallorca y el Instituto Estatal de Cultura de Guanajuato. Participan la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato y el coro del Teatro Bicentenario, dirigido por Jaime Castro Pinedo, con dirección musical de Roberto Beltrán Zavala.

La última función, 14 de noviembre, será en el teatro Juárez de la ciudad de Guanajuato.


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